miércoles, 6 de octubre de 2010

IDEAS URBANÍSTICAS DE REM KOOLHAAS

El desarrollo de las ideas de Koolhaas tiene su génesis en el descubrimiento del Manhattanismo en 1972 por OMA, estudio de arquitectura al cual pertenece Koolhaas.
En su análisis de Manhattan encuentra que allí existen todos los elementos, teorías y estrategias de la arquitectura metropolitana.
Ve a Manhattan como una colección de estructuras experimentales tal como habían sido soñadas por las Vanguardias de comienzo del S. XX. En Manhattan estas estructuras no solo existen, sino que son usadas cada día por habitantes transitorios.
Ésta realidad, ausente de teoría convencionalmente formulada, se presentaba como inaccesible a la disciplina arquitectónica.
Desde 1972 OMA produce proyectos para Nueva York, paralelamente al desarrollo de Delirio en Nueva York: Un manifiesto retroactivo para Manhattan, obra que describe e interpreta el fenómeno semi-espontáneo del urbanismo de Nueva York, al cual denomina Manhattanismo, un movimiento cuyas doctrinas están en su propia realización.

Delirio en Nueva York: Un manifiesto retroactivo para Manhattan

Se identifica a la grilla como el verdadero secreto de Manhattan porque ella define una ciudad de 1.500 manzanas idénticas, donde cada una requiere de las particularidades de su arquitectura para adquirir su identidad.
A través de los programas específicos en cada manzana, a través de su uso y de la tecnología empleada para crearlos, estos edificios, como realidades sintéticas, convierten a cada manzana en un enclave cerrado.
La fórmula más subjetiva para describir esta concepción mutante de la Metrópolis fue la de una Venecia híper-modernizada. Manhattan se concibe como un archipiélago sin agua, donde cada manzana se convierte en una isla, mientras el constante fluir de personas y vehículos corresponde al agua.
Esto hace de Manhattan algo absolutamente opuesto a la ciudad tradicional con composición de pequeña escala y una máxima coordinación entre las partes, siendo Manhattan una ciudad basada en la ausencia de coordinación, donde cada elemento está para sí mismo y la grilla es el componente que unifica el sistema de soledades arquitectónicas.
Cada isla celebra diferentes valores, con sus propias leyes, convencionalismos y folklore, por lo que la unidad del archipiélago solo puede ser expresada y reforzada a través del máximo de heterogeneidad entre las islas.
Con Delirio en Nueva York, Koolhaas busca darle a Manhattan un manifiesto teórico aún no escrito, cuyo programa existe en un mundo completamente construido por el hombre.
El Manhattanismo es la ideología presente en las condiciones metropolitanas y en la hiperdensidad y congestión en que se desarrolla la cultura moderna. El libro divide los proyectos para Nueva York en tres categorías:

1- Proyectos conceptuales y metafóricos, los cuales reconstruyen una Manhattan ideal e identifican las leyes y teorías del Manhattanismo en estado puro, como la Ciudad del globo cautivo.

2- Proyectos idealizados, que aunque eventualmente realizables, pueden ser vistos como términos arquitectónicos equivalentes a la teoría, por ejemplo el Hotel Esfinge.

3- Proyectos realistas, que podrían ser realizados inmediatamente si existieran medios financieros, que incorporarían los conceptos del Manhattanismo, como es el caso de las Viviendas para la Isla Roosevelt.

La Ciudad del globo cautivo es el manifiesto gráfico del Manhattanismo y fue la primera aproximación intuitiva a la arquitectura de Manhattan, exaltando la grilla como generadora de la individualidad arquitectónica de cada manzana.
Cada rascacielos es como el faro en una isla que contiene todo los componentes metropolitanos en su propio interior.
Los dibujos celebran distintos aspectos de la vida metropolitana, de las cualidades de su arquitectura y de aquellos hitos que en la Modernidad Vanguardista concibieron la Metrópolis como conjunto de rascacielos.
Entre las manzanas edificadas aparecen dos vacías:

• la Religión en ruinas, que figura la decadencia de los dogmas y rituales del urbanismo estático, que deben ser reemplazados por una concepción mutante para cientos de nuevas religiones urbanísticas.
• Outdoor-Indoor (afuera – adentro), que representa cómo la Metrópolis en su arquitectura contiene incluso a la naturaleza, como ocurre con el rascacielos Downtown Athletic Club de los años ‘30, que contiene en su interior las instalaciones de un club y campo de golf.

En otras manzanas aparecen los rascacielos cartesianos del Primer Plan Voisin de Le Corbusier, como un centro ideal de una ciudad europea, inspirada en la Carta de Atenas.
También aparece una alusión al Expresionismo a través de la ambientación de la película El gabinete del Dr. Caligari, en razón que la arquitectura de Manhattan equivale a una serie de manías multitudinarias que dan forma a una realidad donde los efectos acumulados significan un nuevo modo de ambiente saludable.
También homenajea a Mies van der Rohe, fuertemente desacreditado por la arquitectura posmoderna, reivindicando su obra como original y de gran potencialidad, la cual Mies no consiguió explotar al concentrarse en la búsqueda de una sola forma capaz de expresar y de contener la complejidad de la Metrópolis.
En otras manzanas aparecen alusiones a la Vanguardia Rusa con el proyecto de Leonidov para el Ministerio de la Industria Pesada, símbolo del enfrentamiento a las doctrinas arquitectónicas oficiales.
También aparece la Tribuna de Lenin de El Lissitzky, como alusión a los cambios de dirección necesarios para el discurso arquitectónico urbanístico.

La metáfora global del manifiesto es que la Metrópolis contiene la totalidad del planeta, del mismo modo que cada estructura metropolitana sintetiza a la Metrópolis.

En alusión al Ángelus de Dalí, OMA adopta el método Paranoico–Crítico que éste pintor había aplicado a su análisis de Nueva York a comienzos de los años 30. De acuerdo con el mismo, la ciudad se analiza a través de sensaciones no racionalizadas cuyo fragmentos se combinan y superponen, dando lugar a la recreación de una nueva realidad, distinta y original pero que contiene la esencia del hecho observado primariamente.

Dentro de los Proyectos Idealizados, el Hotel Esfinge busca interpretar las cualidades de la arquitectura metropolitana. Lo ubica apoyado en dos manzanas en Broadway y la Séptima, como un ejemplo de las condiciones tipológicas que la arquitectura de Manhattan no ha conseguido generar.
Es un hotel de lujo, como prototipo metropolitano para vivir, ofreciendo sus servicios colectivos a una variada población de habitantes, muchos de ellos transitorios.
Funcionalmente se organiza con áreas de carácter especializado en la parte baja, con un centro de información internacional y las conexiones con los subterráneos.
Estos volúmenes bajos contienen elevadores que llevan al cuerpo principal, donde habría teatros, auditorios, restaurantes, salas de juego, espacios para conferencias, etc. Todos los techos serían espacios de entretenimiento al aire libre.
El sector residencial intercala las habitaciones para pasajeros con apartamentos para distintos estilos de vida y villas con sus propios parques.
La cabeza, rematando la torre contendría un bar, una piscina con playa (exterior- interior), un gimnasio, baños de belleza y un restaurante con jardín.

Dentro de los Proyectos realistas encontramos el de Viviendas para la Isla Roosevelt. Realizado para un concurso de 1975. Buscaba reincorporar a la ciudad esta isla ubicada entre Manhattan y Queens, ocupada por instalaciones en desuso, asilos, hospitales y manicomios.
El proyecto propone extender la grilla de Manhattan a la isla para crear 4 nuevas manzanas. La arquitectura de esta intervención consistía en 4 grandes bloques abiertos por uno de los lados, con torres en su interior.
Los edificios deberían realizarse con los materiales más heterogéneos (vidrio, piedra, plástico, aluminio y mármol), que conseguirían la imagen de variedad, propia de la Metrópolis.
Los extremos de dos calles tendrían edificios vidriados que reflejarían la vida en la calle como si fueran espejos. En otra de las manzanas, un puente-restorán vidriado pasaría por encima de la calle, con vista hacia Manhattan.

Libro S, M, L, XL

En su obra de los ‘90, Koolhaas analiza las condiciones del Urbanismo Contemporáneo. Para él “el proceso de globalización no implica la homogeneidad”, sino que cada lugar debe tener especificidad, tanto en la actualidad como en su pasado y en su futuro.
Las territorialidades contemporáneas tienen una condición de simultaneidad de lo construido en el tiempo, factor en el cual radicaría su belleza principal.
Señala que ese tipo de condiciones puede advertirse en las ciudades asiáticas y no en las occidentales donde, sobre todo en Europa, el urbanismo oficial promueve las operaciones de recomposición de la forma urbana de acuerdo con las preexistencias.
Tal peso de la historia significa para Koolhaas un obstáculo en el desarrollo de las ciudades. Aspectos como la densidad, la complejidad, las demografías explosivas no pueden ser contenidas de acuerdo a ese pensamiento urbanístico.
En Singapur, Hong Kong o Tokio las transformaciones han sido verdaderas mutaciones, donde el pasado y el presente coexisten y se mezclan y donde la cultura local se apropia rápidamente de todo lo nuevo.
Según Koolhaas esto se verifica viendo cómo el espacio libre determinado por pilotes que se convierte normalmente en un vacío, en Singapur se llena rápidamente de actividades cotidianas como comercios, puestos de comida o vendedores callejeros. Una misma arquitectura obtiene en Oriente un carácter completamente distinto al de Occidente.

Ciudad Genérica

El último texto expuesto en el libro se refiere al concepto de Ciudad Genérica. Comienza analizando como la identidad se destruye en el mundo contemporáneo por la tendencia a vincularla al pasado y la creencia en que nada realizado actualmente colabora en crearla.
Pero dado el rápido crecimiento de la población en estos últimos años, el pasado se convertirá en algún momento en algo demasiado pequeño para ser habitado y compartido por quienes estén vivos.
La identidad centraliza, pues insiste en la esencia en un punto que puede relacionar la identidad con el centro, en términos urbanísticos.
Pero la distancia cada vez más grande entre centro y periferia hace que el centro pierda su capacidad centralizadora a medida que la periferia se expande.
El centro también resulta demasiado chico para abarcar las funciones que se le confía, pero su presencia todavía le quita legitimidad al resto de la ciudad.
Koolhaas explica que insistir en el centro como valor y significado principal es destructivo, por un lado por la dependencia cada vez mayor que crea una tensión intolerable y por otro porque el centro debe ser constantemente modernizado.
Cómo “....el lugar más importante...” debe ser paradójicamente, al mismo tiempo el más viejo y el más nuevo, el más estable y el más dinámico. Esta adaptación intensa y constante se ve comprometida y complicada por el hecho de que debe ser una transformación oculta, invisible a simple vista.
Pone como ejemplo la ciudad de Zurich que construye lo que llama “una arqueología invertida”, donde el centro se expande hacia abajo del nivel del suelo.
A la Ciudad Genérica la define como la ciudad liberada del centro y de la identidad. No es otra cosa que el reflejo de la necesidad y la capacidad actual, sin historia, grande como para abarcar a todos y sin necesidad de mantenimiento.
Si se vuelve chica se expande, si se vuelve vieja se autodestruye y se renueva, es igualmente interesante o aburrida en todas sus partes y es tan superficial que, como un set de Hollywood, “...puede producir una nueva identidad cada lunes de mañana...”.
La gran originalidad de la Ciudad Genérica es que simplemente abandona lo que no funciona, acepta lo que sea y es en ese sentido que reúne tanto lo primordial como lo futurista.
Las Ciudades Genéricas surgen de la tabula rasa: donde antes no había nada están ellas y si había algo lo han reemplazado; y no pueden no hacerlo porque de lo contrario serían históricas.
La Ciudad Genérica ha crecido en las últimas décadas en tamaño y en población y se ha convertido en omnipresente, de tal modo que ha hecho desaparecer la antigua dualidad Urbano–Rural.
En Asia la Ciudad Genérica se desarrolla en lo que parece ser una contradicción, donde lo banal es habilitado por lo inescrutable.
La Ciudad Genérica es lo que queda después de que grandes sectores de la vida urbana han pasado al ciberespacio.
La Ciudad genérica es todo lo que queda de lo que solía ser la ciudad, es la post-ciudad que se prepara en el emplazamiento de la ex-ciudad.
El verde es un residuo edénico, un híbrido de política y paisaje, y a la vez es el refugio de lo ilegal, lo incontrolable y sujeto a una manipulación sin fin.
La estética de la Ciudad Genérica es libre, donde tres elementos: calles, construcciones y naturaleza coexisten dentro de las relaciones flexibles, donde cualquiera de los tres puede ser dominante.
Contrariamente a lo que supone ser una característica principal de la ciudad, la Ciudad Genérica es calma y cuanto más calma hay más se aproxima al estado puro.
La Ciudad Genérica es fractal, una repetición sin fin del mismo módulo estructural. Es posible reconstruirla desde su entidad más pequeña: una computadora o incluso un disquete.
Entre las distintas Ciudades Genéricas la diferenciación más fuerte serían los aeropuertos. La diferenciación de los mismos en términos de iconografía concentra al mismo tiempo lo hiperlocal y lo hiperglobal.
Lo hiperlocal se vincula a la decoración y también a su ubicación en relación a otro y lo hiperglobal está en que allí se pueden obtener productos que no se encuentran ni en la ciudad.
El creciente nomadismo que ha convertido en universal la condición de en tránsito, hace que los aeropuertos, con servicios tan completos que parecen barrios de la Ciudad Genérica, sean lo que miles de personas conocen de una ciudad.
La población de la Ciudad Genérica es multirracial y multicultural. Es fundada por gente en movimiento, siempre pronta para seguir moviéndose. Estos movimientos generan el establecimiento sorpresivo de un asentamiento, que crea la Ciudad Genérica.
La Ciudad Genérica avanza de la horizontalidad a la verticalidad, de modo que el rascacielos parece ser la tipología definitiva.
La vivienda ya no es un problema porque o bien ya ha sido resuelta completamente de acuerdo a un modelo legal, o bien ha sido dejada totalmente al azar en un modelo ilegal.
La Ciudad Genérica representa la muerte del planeamiento, porque el planeamiento no significa ninguna diferencia. Simplemente funciona.

1 comentario:

  1. tus articulos son muy buenos.
    propongo seas la mujer que le falta al curso!

    ResponderEliminar