jueves, 22 de noviembre de 2012

APRENDIENDO DE LAS VEGAS, ROBERT VENTURI


     Según Venturi hay dos caminos para que un edificio sea comunicativo: que en su forma
 exprese su función (como hace una catedral gótica o un restaurante con forma de pato) o 
que sencillamente sea un “tinglado decorado”, un edificio funcional con un rótulo gigante. 
Esta segunda solución, según Venturi es más contemporánea, y su lenguaje se entiende más fácilmente. "El rótulo es más importante que la arquitectura.” Para desarrollar ésta idea propone el edificio anuncio. 

Cuando Venturi desarrolla la idea de edificio-anuncio se está situando, de hecho, en
las antípodas de Adolf Loos y su concepción de la casa como máquina desnuda por
fuera y como obra singular, cálida y comunicativa por dentro. Para Venturi se trata del
organismo contrario: máquina funcional y anónima por dentro y obra singular,
comunicativa y publica por fuera.

 A lo largo de los años 60 y 70, Venturi realizará obras diseñadas como edificio –
 anuncio (bancos, almacenes comerciales, restaurantes, etc.) con una sobresaliente
fachada de cartón (piedra que detrás aloja una caja funcional) como también edificios
estructuralmente racionalistas.

De entre las obras de Venturi ocupan un lugar preferente sus propuestas para el
espacio publico, comenzando por la ironía y las referencias a las fuentes barrocas
romanas: Fuente del Fairmount Park en Filadelfia (1964), la Western Plaza en
 Washington (1977) que reproduce en esquema el plano de la ciudad y el edificio del
Congreso a escala.

En el Patio Franklin en Filadelfia (1972), que sirve de entrada al Museo Benjamín
Franklin, configura una estructura vacía que rememora la forma y situación de la
casa original y recrea los mecanismos de una escultura minimalista.
En todos los casos Venturi desarrolla un método basado en el uso de elementos
convencionales, recorridos pintoresquistas, referencias simbólicas, recurrencias al arte
contemporáneo, ironías y rupturas del orden.


 La idea del aplique:

A finales de los años setenta el equipo de Robert Venturi perfecciona y retoma la idea
del “Tinglado decorado” en la nueva propuesta del aplique.
Venturi defenderá un tratamiento aplicado en las superficies de diseños, muebles y
edificios.
Se tratará siempre de objetos y espacios funcionales, racionales, convencionales y
simpáticos, tratados epidérmicamente para insistir en sus efectos ópticos.
Venturi entiende que lo que caracteriza cada edificio es el vestuario, la ornamentación,
 el tratamiento epidérmico; la estructura y el interior constituyen un mero hecho
 constructivo, ingenieril, funcional.
En dos edificios realizados en estos años Venturi planteará dos juegos ópticos
similares con objetivos contrapuestos.

En el Edificio de oficinas para el Instituto de Información Científica en Filadelfia
(1978), un edificio bajo, de cubierta plana, volumetría pura y ventanas en hilera, con
rasgos generales totalmente racionalistas, situado junto a anónimos bloques altos,
Venturi plantea un estudiado tratamiento epidérmico. Los enormes antepechos están
recubiertos por pequeñas piezas de cerámica de colores. Todo ello ocasiona que
perceptivamente el edificio parezca mucho mayor de lo que en realidad es.

En cambio, en el Salón de Exposiciones de productos Best, en Oxford Valley
(1977), este edificio anónimo de gran tamaño, aislado en un entorno periférico, es
recubierto con gigantes marcas florales que le otorgan su valor significativo. Los
almacenes se asemejan a una caja de regalos, con lo cual nos recuerdan que en
dichos almacenes pueden comprarse objetos, a la vez que este edificio nos rememora
a la pequeña y simpática caja de regalos.
Al defender la idea de aplique, Venturi insiste en que lo que más agrada y gratifica de
las formas es su carácter convencional y su tratamiento superficial.